EL SER HUMANO ROMPE CON SU PROPIA ARMONIA



Si crecemos y durante toda nuestra existencia llevamos siempre consigo aquel hermoso resplandor, aquella cálida energía que nos mantiene vivos y canalizando todas las vibraciones que vienen del espacio infinito, pues éstas, entran primero a través de nuestro cuerpo, para después ser absorbidas por el planeta que pisamos.

en alguna etapa de nuestra existencia, ya sea consciente o inconscientemente, somos nosotros mismos quienes rompemos, la mayoría de las veces, con la estabilidad que nos proporciona el campo energético que rodea nuestro cuerpo físico, sobreviniendo por tanto, la desarmonía o enfermedad.

nuestro cuerpo, y muy a pesar de lo potente que éste sea, se encuentra expuesto siempre al bombardeo de energías negativas que recibimos, en gran parte, provenientes de nuestros semejantes, ya sea por un chisme, una crítica hiriente, una envidia o un falso, provocándonos enseguida malestar anímico algunas veces, en otras ocasiones, dicha energía negativa puede causarnos un agudo dolor físico y otras, no pocas veces, hasta la muerte.
Los seres humanos que habitamos la Tierra somos muy semejantes al planeta mismo, pues ambos poseemos un campo de energía muy similar que nos protege de algunos agentes nocivos y nos da sustento a la vez. Mientras que la atmósfera del planeta es la encargada de convertir la energía que recibe de parte del sol en luz, calor y sonido, nosotros, por nuestra parte, somos de igual manera receptores primero, luego transformamos lo que recibimos y, por último, transmitimos a los que nos rodean, así como al planeta, todo aquello que transformamos; el único inconveniente es que, de acuerdo a la forma de ser de cada individuo, así será la calidad de las emociones o energía que se propaguen tanto al mundo como a los demás.
Ya decía hace unos momentos, que en alguna etapa de su vida el hombre mismo puede llegar a romper su propia armonía, sin darse cuenta muchas de las veces, dañando así el campo de vibración que le protege. Si esto llegara a suceder, sería tanto como pinchar de adentro hacia afuera el “globo” inflado de energía positiva que rodea y cuida su cuerpo. La consecuencia que acarrea pinchar el cinturón protector, por supuesto, es la inmediata fisura o agrietamiento del campo de energía... una vez que se abre la grieta, por allí mismo ingresan hasta la capa fracturada correspondiente, si no es que hasta el cuerpo físico, un sinnúmero de larvas energéticas negativas, las cuales quedan depositadas al interior de la atmósfera humana, y empiezan éstas a formar parte activa de los procesos psicológicos de aquél, con el cual cohabitan.
Las larvas energéticas negativas son como un virus aeróbico; éstas pululan por millones en el medio ambiente, y casi todos, en alguna ocasión, hemos tenido la oportunidad de percibir esas energías. Por ejemplo, cuando caminamos junto a la puerta de una cantina, entramos a un antro de vicio o estamos frente a una persona densa, cargada de vibraciones negativas, se siente inmediatamente el golpe o repulsión.
Aquellos huevecillos o larvas que se alojan en el campo vibracional de la persona, incuban, eso es, se desarrollan a partir del alimento y del medio ambiente adecuado que le proporciona su ahora casero. Esas entidades son como las plagas o parásitos que viven a expensas de plantas o animales, sólo que esta vez me estoy refiriendo a cierto tipo de plaga más dañino y que afecta directamente al ser humano. Al principio, antes del desarrollo total de las larvas, cuando éstas se empiezan a adherir al cuerpo de las personas, parecen unas insignificantes manchitas, pero, con el paso del tiempo, el individuo, más que humano, semeja un tigre, por tantas manchas a su alrededor.

Y si pasa el tiempo, y la persona vive dentro de un mundo de negatividad, seguirá alimentando día con día las larvas que forman parte ya de su propia personalidad, sin descartar que a cada momento puede seguir recibiendo huevecillos o algún otro tipo de entidades negativas más desarrolladas a manera de intercambio, según los lugares que frecuente, o que provengan éstas de algún integrante del círculo de amistades con los que se relacione cotidianamente y que esté muy cargado de esas entidades energéticas negativas.

¿Has visto alguna vez a los buitres en pleno festín comiendo la carroña de un animal muerto en completo estado de putrefacción? Pues ese es un pequeño bosquejo de lo que los seres sutiles hacen con su presa: los humanos que bajan su vibración. Bajar la vibración, en el argot de la medicina alternativa de los sistemas bioquantum, es cuando las personas se encuentran en un estado depresivo, de estrés, preocupados por alguna situación, tristes, malhumorados, terriblemente iracundos, teniendo malos pensamientos, llenos de lujuria incontrolable, irascibles, en plena chismografía, etc. En esos precisos momentos, en que las personas se encuentran fuera de sí, descontroladas, como un barco al garete en alta mar, sin timón ni capitán que lo gobierne, se abren las puertas de par en par y aprovechan para ingresar al campo vibracional del humano los seres sutiles en grandes cantidades.

Cuando un individuo cae en esos estados de descontrol, es semejante a un imán que atrae todo metal que encuentra a su lado, y las larvas energéticas negativas son como pequeñas rebabas que vuelan para adherirse firmemente a dicho imán, o sea, a quien le abre las puertas y da posada. Ni por asomo se da cuenta jamás aquel desventurado títere, que a su casa está metiendo una retahíla de ladrones hambrientos, pendencieros y gritones con la clara intención de robar, energéticamente hablando, a su anfitrión.








Comentarios

Entradas populares de este blog

LIBRO QUIENES SON LAS PREPAGOS MAS FAMOSAS EN COLOMBIA

BONITAS VS FEAS

LA MEJOR MAMA